sábado, 29 de noviembre de 2014

Cuando me estaba empezando a resignar... ¡ZAS!

Los lunes se me hacen muy cuesta arriba. Sé que a todo el mundo se le hace cuesta arriba el primer día de trabajo después del descanso del fin de semana, pero creo que en mi caso es algo más. Ser profesora no me gusta. Lo hago por necesidad y por compromiso, pero si pudiera lo dejaba hoy mismo, sin embargo ahí estoy cada lunes, intentando buscar el lado positivo de la situación (¡que desde luego que lo hay!), pero incapaz de subir el ánimo hasta por lo menos el jueves que veo que ya se acaba la semana laboral y se acerca el fin de semana de nuevo. 

Sin embargo, el pasado lunes fue diferente: por primera vez desde que empezó el curso que me sentía bien. No puedo decir que animada de ir a clase, pero bien, no deprimida. Dentro de mí pensé que me estaba acostumbrando, que a pesar de que esta profesión no fuese mi vocación podía incorporarla a mi vida diaria y vivir con ella. Y he de confesar que me sentí feliz porque me guste o no esta es mi realidad y es lo que, mientras mi marido no cobre regularmente sus nóminas, nos da de comer y ayuda a pagar facturas. Por lo tanto, creí que era una señal muy positiva, extremadamente positiva, porque me queda prácticamente todo el curso por delante.

El mismo lunes cuando salí de trabajar y comprobé mi móvil, como suelo hacer ya que en clase lo tengo silenciado, me encontré una grata sorpresa: un correo electrónico de la editorial donde hice las prácticas. Me pedían que les llamara que tenían la traducción de un libro para mí. Llamé, pero a esas horas ya no quedaba nadie allí. Lo volví a hacer al día siguiente y me pasaron los textos vía e-mail. He estado martes y miércoles prácticamente enteramente volcada en hacer esta traducción porque era muy urgente y yo no quería dejar pasar la oportunidad. No me preocupé por preguntar por el pago o las condiciones; no me importaba. Estaba tan contenta que en ese momento pensé que todo eso era secundario. De alguna manera me hizo sentir que me ponían a prueba aunque sé racionalmente que no es así. El jueves envié mis textos y no recibí respuesta por lo que ayer (viernes) llamé. El señor editor me dijo que en cuanto recibió mis traducciones hizo parar a todo el mundo de lo que estaba haciendo para que se centrara en el libro este y lo maquetaran lo antes posible, que durante el día me haría llegar un PDF más o menos definitivo, que le echara un vistazo buscando faltas de ortografía (solo en mis textos) y que si encontraba algo que se lo dijera. Sobretodo que lo hiciera lo antes posible. El mensaje con el libro me llegó a las 12, hora en la que tengo que ir a buscar a mis hijas al cole, después me lié con la comida y todo eso y hasta las 3 de la tarde no me pude poner a trabajar. Pude traducir un pequeño texto que no me había enviado antes que tenía que salir en la contraportada del libro, pero fui incapaz de abrir el PDF. Tuve que hacer unas maniobras extrañas que finalmente me permitieron abrir el documento usando Dropbox pero cuando esto sucedió ya era la hora de ir a buscar a las niñas otra vez. A la vuelta imprimí los textos porque, no sé por qué, veo más claro el texto si está en papel y cuando terminé era prácticamente la hora de irme a trabajar. Sólo pude corregir el primero. Cuando salí del trabajo un nuevo e-mail del señor editor pidiéndome que le llamara urgentemente. Le llamé, pero des del momento en que me había hecho el envío hasta que yo lo leí habían pasado tres cuartos de hora y ya no estaba. El fin de semana la editorial está cerrada, así que decidí desestresarme porque si había perdido algo ya no había remedio. Ahora tengo todo el fin de semana para revisarme esos textos y tal vez me mire las versiones en los otros idiomas, aunque me haya dicho que no, para que vea que aprovecho el tiempo y si puedo le saco las castañas del fuego a otro. ¿No dice que es una publicación urgente? Porque a grosso modo he visto alguna cosilla que se tendría que rectificar...

Soy una mujer trabajadora y mucho más si estoy motivada. Quiero aprovechar esta oportunidad. Una compañera de la editorial está embarazada, espera una niña para marzo. La campaña del día del libro empieza en febrero para que en abril esté todo listo. Son fechas muy importantes para la editorial y justamente ella no estará. Necesitan contratar a alguien ya porque de momento ella se encuentra bien, pero tendrá que enseñar todo lo que hace a quien ocupe su lugar y te aseguro que quien quiera que sea no lo aprenderá en un día ni en dos. Ni siquiera yo que ya he trabajado codo con codo con ella sería capaz. Las compañeras de la editorial están insistiendo en que la jefaza me contrate para esta substitución. Ya veremos. De momento quiero superar esta "prueba" con éxito.

A pesar de este último contratiempo estoy muy contenta, muy emocionada, porque la verdad es que estaba empezando a pensar en tirar la toalla con esta gente de la editorial, a resignarme con mi faena de profesora durante mucho tiempo. Porque la verdad es que mi jefa es una persona increíble y lo que más me gusta de ella es su sinceridad. Sé que no me va a echar a la calle, que a su lado tengo trabajo mientras yo quiera seguir a su lado y el negocio tire adelante pero de verdad espero no acabar definitivamente allí. Ya no es solo por el tema de si me gusta o no sino porque con un sueldo de media jornada mi marido no tiene alternativa y tiene que aguantar todo lo que le echen en su trabajo sin apenas abrir la boca ni levantar la cabeza. Al fin y al cabo, su sueldo (cuando lo cobra) es el pilar principal de nuestra economía familiar, el mío es sólo una inyección paliativa para ir tirando que tampoco da para mucho.

martes, 21 de octubre de 2014

Sigo desubicada

Estuve sopesando la idea de hacer otras carreras antes de elegir el grado en estudios ingleses tales como psicología,  educación infantil o educación primaria. ¿Por qué finalmente me decidí por éste? Básicamente porque no me interesaban los grados de educación, ya que con el ciclo formativo que tenía ya podía trabajar en el gremio y no vi la necesidad de ampliar esa faceta, y porque creí que psicología se me escaparía de las manos. Así que me quedó estudios ingleses un poco por descarte, pero también fue porque psicología era un grado que empezaba a funcionar aquí aquel mismo año y aún no se sabía si los estudiantes de aquella promoción ejerceríamos de conejillos de indias o si realmente era una buena opción. Además Estudios Ingleses te ofrecía un amplio abanico de salidas profesionales que muchas veces no se contemplan con la atención que merecen. Este último punto fue el detonante para que me acabara convenciendo de que este grado era el que me convenía. 

¿Dónde estoy ahora? Trabajando a menos de media jornada como maestra en una escuela de inglés. ¿Cuál es el balance que debo hacer de todo esto? Pues supongo que simplemente no soy capaz de trazar una línea recta entre el punto A y el B, aunque las circunstancias tampoco ayudan demasiado...

Mientras estudiaba mucha gente me preguntaba "¿y tú qué estudias?" y cuando les contestaba que inglés me decían "Ah, así quieres ser profesora de inglés, ¿no?" y yo siempre les decía que NO. Todavía no entiendo porque tengo que dar explicaciones cada vez que se me presenta esta situación (que no son pocas). Estudios Ingleses tiene muchas más salidas como por ejemplo traducción, corrección y edición de textos, asesoría lingüística, mediación lingüística y cultural, tecnología lingüística, relaciones públicas, comunicación internacional, creación y crítica literaria o gestión cultural. Parece ser que todas estas salidas son totalmente desconocidas para la gente que no está metida en el ajo, que si estudias inglés sólo puedes ser profesora de inglés, y cada vez que me preguntan tengo explicarlo todo, como si me tuviese que excusar porque no quiero ser profesora. No era (y no es) mi objetivo acabar como docente. Cualquiera de las otras opciones me parecía mucho más atractiva. Sin embargo, mírame ahora. Profesora de inglés es precisamente lo que he terminado siendo. El tiempo dirá, pero esto no durará eternamente y espero poder dar un giro a mi vida una vez más para encararme definitivamente hacia algo que realmente me llene, una faena que me haga sentir realizada día tras día. 

La profesión de maestro esta sumamente infravalorado por la sociedad española; otro aspecto de esta profesión que no me gusta un pelo. Comúnmente se cree que el profesorado se pega la gran vida y todo porque el período de vacaciones que tienen es similar al de los alumnos. Pero la verdad es que mientras dura el curso escolar tienen un montón de faena que tienen que hacer fuera de las horas laborales, como por ejemplo corregir, preparar las clases, buscar material, etc. Todo esto no se tiene en cuenta cuando se critica. Yo estoy a menos de media jornada y no tengo demasiado tiempo para preparar las clases de la tarde. También debo confesar que me cuesta ponerme a ello y que supongo que la falta de rodaje también influye (menos mal que mi jefa me echa una mano, un pie y lo que haga falta). Es lo que tiene que no te guste lo que haces, pero ahora mismo no tengo nada más, así que ajo y agua y a seguir adelante que no queda otra. De todas maneras, también he de confesar que cuando las clases funcionan, cuando los alumnos se comportan, cuando soy capaz de seguir las pautas que me he marcado para llevar a cabo la clase; un sentimiento de alegría me inunda y me siento francamente bien. Esto me asusta un poco porque me hace pensar que tal vez esto de ser maestra me acabe gustando con el tiempo. Quién sabe...

viernes, 3 de octubre de 2014

¿Un paso atrás?

Después de no sé cuánto tiempo escribo una entrada que alude a mi hermano. Tengo la sensación de que todo lo que había avanzado en reponerme desde su muerte lo acabo de echar a perder de un sólo plumazo. Llevo una temporadita que no puedo hablar de él sin ponerme a llorar y a veces incluso desconsoladamente. Me da mucha pena verme así. No quiero ni pensar cómo me deben ver los demás... He seguido un consejo de amiga: he pedido hora para el psicólogo. Algo no está bien conmigo y quiero seguir viviendo, disfrutando del día a día y ser feliz con lo que tengo que no es poco cuando una se conforma con eso.

Llevo unos días intentando analizar la situación. No soy estúpida y nadie me conoce mejor que yo misma, así que he creído conveniente empezar psicoanalizándome yo misma. Creo que la culpa de que esté así la tiene el hecho de haber acabado la universidad. Parece una tontería, ¿verdad? Sin embargo, si te paras a pensar en mi historia las piezas van encajando poco a poco.

Aquel verano que dudé tanto en si continuar estudiando o ponerme a trabajar ya definitivamente fue un gran dilema para mi. No sólo por el hecho de aprovechar una oportunidad única, sino también porque empezar una carrera sería como retomar mi vida dónde se rompió: con 18 años, acabando el bachillerato y escogiendo una carrera que me gustase, un futuro. Por lo tanto, ponerme a hacer el grado significaba mucho más para mí que para cualquiera de mis compañer@s. Para recordarme la importancia de esa decisión que no tenía vuelta atrás me tatué la espalda. Me sentí cómo si renaciera. Me sentí cómo si volviera atrás en el tiempo mentalmente y pudiese volver a tener esos 18 años y pudiese vivir el momento como debió ser. Recuperar una vida alternativa que nunca tuve. Pero eso sólo fue un sentimiento que me hacía soñar porque nunca llegué a despegar y siempre tuve presente la situación real en la que me encontraba y cuál era mi papel en todo aquello.

Estos cuatro años he estado extremadamente atareada. No he tenido demasiado tiempo para pensar en otras cosas. Pero ahora se ha terminado. El periplo concluyó. He dejado de soñar. Estoy trabajando. Estoy ejerciendo plenamente el rol que me toca. Soy una madre trabajadora que también lleva adelante su casa y a sus tres hijas. Soy como muchas otras mujeres de este país. He vuelto a cortar con ese pasado, con esa vida alternativa que tendría si él estuviera aquí, si nunca hubiese tenido aquel accidente. El sueño se terminó y aunque nunca pensé que todo esto pudiese estar relacionado con él ahora me doy cuenta de que sí, de que tal vez decidí ir a la universidad para demostrarle y demostrarme que aquello que pasó me rompió la vida. A mí y a mis padres. Que quise demostrar a todo el mundo que soy una persona capaz y de que, aunque he seguido una línea temporal diferente, puedo hacerlo tan bien o mejor que cualquier otr@.

Supongo que como la demostración se terminó no me queda más alternativa que volver al mundo real y volver a afrontar mi verdadera situación. Todo esto parece un poco surrealista. Ya hace más de quince años que tuvo el accidente y aún estoy así: llorando por los rincones, evitando hablar de él con mis padres, evitando situaciones de duelo para no revivirlo una y otra vez. Ahora soy consciente de que necesito ayuda. Espero poder quitarme esta espinita antes de que se enquiste y se convierta en un cáncer que acabe con mi vida. Soy una persona feliz y amo a las personas que tengo a mi alrededor. No quiero perder esto y voy a luchar por ello.

A veces pienso qué hubiese sido de mi vida si aquel accidente nunca se hubiese producido, pero tampoco quiero eso porque no me imagino vivir sin mi pequeña gran familia: mi marido y mis hijas son lo más importante que tengo y aunque añoro enormemente a mi hermano no podría renunciar a ellos en ningún caso. Supongo que esta es también la factura que debo pagar por no despedirme cuando tocaba. Han pasado quince años y sigo sin estar preparada para ello.

martes, 23 de septiembre de 2014

Tropezando

Estoy un poco enfadada conmigo misma porque al final no he conseguido acabar la novela y además sospecho que se va a alargar mucho más de lo que tenía pensado. El trabajo de maestra me roba mucho tiempo: el que paso dando clases y el que necesito para preparármelas. Tal vez sea porque soy novata en esto y necesito buscar más para poder ofrecer clases medio decentes, pero la verdad es que tengo la sensación de que se me escapan las horas y de que no doy a basto. Por otro lado y volviendo a la novela, siento la necesidad de empezar de nuevo desde la primera página para modificar lo que ya tengo escrito. Estoy segura de que acabaré cambiando alguna cosa. Seguro. He madurado y creo que mi relato debe madurar conmigo. Sumando ambos factores preveo que como mínimo hasta las próximas vacaciones seré incapaz de retomar mi tarea personal.

Encontrar trabajo ha sido una suerte. No todo el mundo puede decir que nada más acabar la carrera lo ha encontrado y mucho menos que éste vino a llamar a su propia puerta y que además está directamente relacionado con sus estudios. Soy una mujer afortunada. Sí que lo soy. Sin embargo, ponerme a trabajar tan pronto me ha destartalado un poco. Me cuesta acostumbrarme a mi nuevo rol porque ahora debo "olvidarme" de los estudios y centrarme en el resto de cosas que forman parte de mi vida. Pero cuando pasas seis años invirtiendo un 60% de tu dedicación a estudiar es difícil redireccionarla. Ahora debo repartir esa atención al resto de mis ocupaciones, por eso en cierta manera me siento aliviada porque me he liberado de una gran carga, pero por otro lado me siento esclava de mi horario porque no soy capaz de adaptarme a él. Supongo que sólo necesito tiempo...

Dar clases de inglés no está tan mal, pero eso depende del grupo que toque. Al contrario de lo que pensaba, cuanto más adulto es el alumnado más cómoda me siento. Creo que mi paso por la universidad me ha dejado más huella de la que pensé en un principio y que todo aquello de educación infantil ha quedado demasiado atrás como para sentirme tan cómoda como solía. De todas maneras, acabo de empezar y creo que aún es demasiado pronto como para hacer balance de todo. Sólo voy a decir que este tipo de trabajo no es vocacional (lo he dicho constantemente en este blog y fuera de él), pero para nosotros un sueldo extra es necesario y mucho más si tenemos en cuenta todo el dinero que la empresa donde trabaja mi marido ha dejado de pagarle. A causa de esto último estamos con el agua al cuello y recibir a final de mes un sueldo más, aunque sea poco, va a ser para nosotros como una burbuja de aire.

Quiero acabar esta entrada informando de que por falta de presupuesto no pudimos terminar las obras del cuarto de baño. Es decir, que ahora mismo está a medias, pero como mínimo hemos puesto la ducha y el inodoro y estamos muy contentos de cómo nos está quedando. Ahora falta el mueble del lavabo con la encimera correspondiente, acabar de embaldosar el suelo, cortar la puerta para que no roce con las baldosas nuevas del suelo e ingeniarnos algo para que haya más iluminación. Sólo el mueble es un pico de dinero considerable, por lo que creo que al final se lo tendremos que pedir a los Reyes Magos. ¡Eso como mínimo!

lunes, 15 de septiembre de 2014

Adelante con la rutina

Esta semana va a ser un poco fuerte porque empezamos con una nueva rutina a la que aún nos tenemos que habituar y encima hay elementos que la alteran (médicos, horarios extraños, etc.). Tenemos que coordinarnos con abuelos paternos, maternos, el trabajo de Eladio que ha pedido hacer un horario especial los días que Irene y Aroha tienen que ir a música, yo haciendo de mamá por las mañanas preparando la comida y esas cosas y acostumbrándome a estar ausente por las tardes (es decir, todo lo contrario de lo que había hecho hasta ahora); pero la verdad es que las niñas esperaban este día como agua de mayo.

Yo también estoy nerviosa. Supongo que esto de que también sea el primer día para mí no es algo que pase desapercibido para mis adentros, sino que aunque me muestre tranquila la verdad es que no lo estoy en absoluto.

He estado preparando las clases de hoy. Voy un poco a ciegas porque no sé exactamente el total de alumnos que tendré en cada clase (dentro de un rato lo sabré) y tampoco les conozco ni sé el nivel de inglés que tienen. Imagino que sobre la media, pero recién salida de la universidad todo me va a parecer bajo. ¡Tampoco descarto sorprenderme!

En fin, que esto empieza ya. La cuenta atrás está en marcha. 

sábado, 23 de agosto de 2014

Me estoy estresando

Las vacaciones se han transformado completamente. Las obras en el baño se han transformado en una pesadilla, y lo cierto es que ya lo sabía, que era consciente de lo que representaba hacer obras en casa, pero tanto Eladio como yo creímos que si se hacía se tenía que hacer bien. El plano inicial se fue transformando y poco a poco fuimos dibujando un cuarto de baño totalmente distinto a lo que teníamos pensado. Hemos cambiado el inodoro de sitio, hemos elevado una parte del suelo para poner el plato de ducha encima, pondremos mampara, cambiaremos el mueble del lavabo, pondremos el suelo nuevo... Resumiendo, nos va a quedar un cuarto de baño nuevo. Esta es la parte positiva, la negativa es que tengo una polvareda en casa que no me imaginaba yo que llegaría a tener nunca. No es que sea una maniática de la limpieza, ni mucho menos, pero es que hemos tenido que empaquetar a las niñas en casa de mis suegros porque hasta las sábanas tienen polvo y aunque las cambiemos sería en vano.

La habitación de Irene, contigua al cuarto de baño, está totalmente impracticable porque hemos hecho una regata en el tabique para poder poner la nueva instalación de agua. Eso quiere decir que hemos tenido que apartar los muebles, y la sorpresa ha sido encontrar una mancha de humedad, así que puestos a liarla hemos decidido pintar la habitación y hacerle un "lavado de cara" porque es que también le hacía falta ya que desde que nació la niña que no lo habíamos hecho. El problema es que vamos encadenando cosas. Como hemos comprado pintura para eliminar el moho para la habitación de Irene, hemos aprovechado para tratar otra mancha de humedad que tenemos en el comedor, lo que implica que tendremos que pintarlo también. Si a todo eso le sumamos la ansiedad que me está entrando de ver que nos queda una semana antes de que a Eladio se le acaben las vacaciones y que por lo menos un día lo tendremos que emplear en ir a comprar la flauta, la situación cada vez se parece más a un túnel largo que al final tiene luz, sí, pero que sigue estando muy al fondo y que ahora mismo me parece inalcanzable.

Falta que nos pongan el grifo, los azulejos y la mampara. Hemos puesto el inodoro nuevo, una parte del suelo y el plato de ducha (incluyendo la elevación). Y todo esto forma parte de la primera parte de la obra, porque esa es otra y es que tendremos que hacerlo en dos fases ya que al final el proyecto se nos ha ido totalmente del presupuesto y ahora mismo no podemos comprar el mueble del lavabo y un auxiliar, que es lo que nos faltaría de mobiliario. Por otro lado también tiene que venir el carpintero a cortar la puerta (por el tema de poner las baldosas del suelo encima de las que ya hay) y eso implica que sólo tendremos la mitad del suelo nuevo para evitar que la puerta roce. Pero eso quedará para la segunda fase, que esperemos que pueda llevarse a cabo antes de que se acabe el año. Aún así, lo que queda por hacer no provocará mucho más polvo. Creo que lo peor ya pasó. Hoy me he puesto a barrer y he sacado un recogedor entero de polvo, restos de escombros y pelusas y aún así se sigue viendo igual de sucio. Tengo cartones de cajas enormes en el pasillo que no puedo tirar todavía, no puedo pintar el cuarto de Irene porque el tabique aún está húmedo, no puedo lavar la ropa porque no puedo tenderla (el material de obra y las herramientas están dónde pongo el tendedero) y muchas cosas más que me impiden poner orden en mi casa.

Me estoy estresando porque a Eladio sólo le queda la semana que viene de vacaciones, tenemos que pasar por lo menos un día fuera para comprar la flauta de Irene, las obras siguen a medias y además está la limpieza de casa que creo que va a ser la leche. Además, en septiembre me tendré que poner las pilas para preparar las clases y coordinarme con la jefa que a mediados de mes empezaremos a trabajar con los niños. Eso es sinónimo de la vuelta al cole y tengo que probarles las batas, calzado, etc. para no encontrarme con ninguna sorpresa. También tenemos que empezar a trabajar con los horarios de ir a dormir para que vayan acostumbrándose a lo que será la rutina habitual. En fin, muchas cosas por hacer y temo que se nos eche el tiempo encima. Espero que mi estrés sea puramente psicológico y que no sea real. Seguiré informando...

jueves, 31 de julio de 2014

¿Trabajo? ¡Trabajo!

Pues sí. ¡El trabajo de la academia es mío! Sí señor. Realmente estuvimos hablando de detalles, pero de los que ella no me facilitó porque creyó que sería más conveniente hacerlo directamente con la persona que quería finalmente contratar. Después me dejó la opción de aceptar o rechazar su propuesta. Por supuesto la acepté. A partir de entonces estuvimos hablando de la organización de los grupos, de cómo se trabaja allí, de la metodología, de los objetivos y de toda la jerga correspondiente a la educación.

Cambiar de etapa me da un poco de miedo porque cuando te enfrentas a algo que para ti es desconocido este sentimiento inevitablemente aparece. Tengo miedo de no dar la talla, de traicionar de alguna manera su confianza, de decepcionarla. Veo que es una mujer tremendamente organizada y responsable, que me va a exigir mucho (cosa que me gusta porque yo también lo soy, al menos con el trabajo), siempre me habla claro y temo no estar a la altura de sus expectativas. Sé que me recomendaron, que ella me miró con otros ojos desde el principio por lo mismo y espero llegar al nivel de exigencia que me pida. Veo perfectamente que le encanta su trabajo, que le pone todo lo que tiene en ello, y yo, que para mí no es un trabajo vocacional (aún), estoy preocupada por no ser suficiente.

Ahora mismo, tal vez impulsada por la incertidumbre que siento, veo más inconvenientes que ventajas, pero también veo lo afortunada que soy de poder decir que he conseguido un trabajo. Lo que más me preocupa es el horario porque nos obliga a cambiar las rutinas. Tendremos que decidir qué hacemos con las niñas cuando salgan de la escuela, tanto los días que tengan actividades como los que no. Tendremos que sopesar si sale a cuenta que se queden a comedor o no, eso dependerá de cómo me organice las mañanas que, en principio, las tendré libres. Son muchas decisiones las que tendremos que tomar. Necesitaremos también un plan B en el supuesto de que alguna cosa falle, que siempre puede pasar. Son tres, no una o dos, y tampoco hacen las mismas actividades.

Ahora estoy con el cuento de la lechera en mente. "¿Y qué haré con mi primer sueldo?". Siempre pensé que cuando acabara la carrera y empezara a trabajar tendría un detalle con mi benefactor: con mi marido. Aún quiero y pienso hacerlo. Espero que no se oponga. También creo que ha llegado el momento de hacer unas reformillas más en casa. Es lo que pasa cuando tienes que ir remodelando el piso poco a poco, que cuando crees que has acabado por una punta empiezan a salir cosas por el extremo por el que empezaste. Y así es: el baño necesita unos arreglillos. No quise cambiar los sanitarios porque tenían un diseño cuadrado que me encantaba pero se han puesto de un color feo que por más que limpies se ven sucios y además alguno se ha empezado a deteriorar seriamente con la aparición de grietas. Hace unos meses lo dijimos como algo que se haría a largo plazo, pero ahora creo que ya es una reforma necesaria. Como mínimo el inodoro y el lavabo. La bañera (que lo suyo sería transformarla en ducha) será más difícil...

También queremos comprar la flauta de Irene. Ya que para ello tendremos que ir hasta la capital aprovecharemos para hacer un poco de turismo. Seguro que la tienda de instrumento es impresionante por sí sola, pero aprovecharemos la ocasión para visitar otras cosas y pasar el día allí, lo que quiere decir que es necesario planificarlo todo. Y no me refiero solo a esa jornada sino también al resto de los días porque Eladio pronto tendrá vacaciones y si realmente queremos hacer todo lo que tenemos en mente necesitaremos organización de la buena. Es que también queremos pintar y eso implica que este año nos quedaremos ora vez sin ir al pueblo. Me da pena, de verdad, incluso estaba dispuesta a adelantar por mi cuenta tareas que habíamos dejado para hacer durante las vacaciones, pero hasta yo me doy cuenta de que quiero abarcar demasiado y que no es posible. No me queda otra mas que resignarme.

La novela, por otro lado, sigue su curso. Este verano la terminaré, estoy segura. Aún no tengo demasiado claro cómo será el final. Voy haciendo sobre la marcha, pero no me queda mucho y lo sé. Cuando la termine empezaré de nuevo por el principio y la modificaré. Me doy cuenta que he madurado literariamente y estoy segura de que puedo reflejarlo en mi narrativa. Una vez la dé por finalizada no sé que haré. Supongo que se la pasaré a alguien con criterio para que la revise y me la critique, pero que lo haga de verdad, porque las candidatas que he tenido hasta el momento no han sido muy colaborativas... Lo veo a años luz, pero es posible que al final me anime a enviar la historia a una editorial. ¿Quién sabe?

Y así están las cosas. Me reitero diciendo que estoy ilusionada con mi nuevo trabajo (o tal vez esto no lo dije antes preocupada nada más que por la parte negativa) y que tengo ganas de empezar, aunque no demasiadas porque me gustaría zanjar todas las otras cosas antes y así afrontar la nueva etapa que me espera sin lastres.

jueves, 24 de julio de 2014

Detalles...

"El lunes quedamos y acabamos de concretar los detalles, ¿vale?"

Si esta frase te la dice una persona que te ha hecho una entrevista de trabajo prometiendo que te llamaría antes de finalizar el mes para decirte si te contrata o no para empezar a trabajar en septiembre, ¿qué interpretas? Que te contrata, ¿no? Yo lo he interpretado así, pero como no ha sido más clara... Por otro lado, pienso que si me hubiese llamado para decirme que al final ha optado por contratar a otra persona me lo habría dicho más claramente, ¿no? En tal caso, si quiere hablar de detalles me imagino que serán sobre el contrato, las horas, los horarios, las clases, el temario, coordinación, etc. Me imagino que en agosto quiere desconectar y para ello necesita zanjar todo este asunto antes.

Estoy contenta, pero no eufórica. Ya lo he dicho muchas veces: ser maestra de inglés no es mi vocación, pero teniendo en cuenta cómo está el panorama laboral ahora mismo esto es como un regalo caído del cielo. También sigo esperando. Aún no me han dicho nada de la editorial. Tendré que llamar yo, que vean un poco de interés por mi parte... También quiero mirar de trabajar por internet, por si al final lo de la editorial no funciona. Entre una cosa y otra espero sacarme un sueldo aceptable a final de mes para dejar de ser una mantenida. Ya sabes: detalles...

jueves, 17 de julio de 2014

Al fin salimos de la Comarca. Ya queda menos hasta llegar a Mordor.

Pues este título tan literario es simplemente para anunciar que ya tengo todas las notas de la carrera. Expediente cerrado. Finito! No estoy de acuerdo con todas ellas, sobretodo con la de prácticas (responsable de ella mi tutora académica, no el tutor de la empresa), pero esto se terminó y, como me dijeron en el pasado, una vez tenga el título en mano nadie me preguntará cuántas matrículas de honor me dieron. De hecho, si no tengo intención de continuar estudiando la nota que me queda de expediente tampoco es importante. Eso sí, el importe que hay que pagar para tramitar el título y/o un certificado del mismo ¡es un robo a mano armada! Como si los créditos ya de por sí no fuesen caros a estas alturas. Como mínimo a los becado o a las familias numerosas nos tendrían que hacer algún tipo de descuento...

Por otro lado, sigo a la espera de los dos trabajos que me ofrecieron. La semana que viene, si no hay novedades, haré más movimientos. De momento, prefiero enfrascarme en una buena lectura y dedicarme a mi propia escritura. La novela sigue adelante, aunque torpemente y con muchísima inseguridad.

jueves, 3 de julio de 2014

Un día a día diferente

Estaba deseando volver a la rutina para ejercer de madre, de esposa y de ama de casa como mínimo hasta que pusiera un poco de orden en mi hogar; sin embargo no está siendo así. Después de hacer la defensa del TFG me sentí liberada, como si después de varios mese de lucha constante y esfuerzo fuese unas especie de Houdini que por fin tiene éxito en su escapismo convencido de que en adelante las cosas serán distintas. Me sentía en una nube irreal creada por mi propio orgullo y las alabanzas de todos aquellos que habían confiado en mí. De hecho, sigo en la nube, disfrutando del momento...

Pero también tengo que tocar con los pies en el suelo y mirar directamente a la realidad, sin filtros. Lo más importante ahora es encontrar trabajo y empezar a aportar ayuda económica a la familia. Por eso me propuse empezar por el primer sitio dónde me gustaría trabajar: la editorial donde hice las prácticas. Fui allí, hablé directamente con la jefa, le conté cuáles eran mis intenciones y le pedí que fuese franca conmigo, que me dijera sinceramente si tenía futuro en esa empresa o no. Ella me correspondió y me dijo que hasta otoño no podía ofrecerme nada estable y que llegado el momento tampoco me lo podía prometer porque no dependía sólo de ella, sino también de cómo resultaban una serie de inversiones que tenía entre manos. Me dijo que no me tomara lo que me estaba diciendo como si me estuviera cerrando la puerta en los morros sino como si la dejara entreabierta para poderla atravesar en el futuro. También me sorprendió proponiéndome trabajar para ellos de manera externa a través de trabajos esporádicos que podría hacer desde casa. Acepté. Creí que sería una buena forma de no perder el contacto y de conseguir entrar poco a poco por la puerta de atrás. Tampoco era algo definitivo ya que tenía que consultarlo con el editor y decidir en todo momento si me podían mandar algo para hacer y el qué. Me fui de allí satisfecha, convencida de haber hecho lo correcto, pero con el miedo de pensar que tal vez no habían sido tan sinceros conmigo como parecía... ¡A veces soy una auténtica paranoica!

Por otro lado, y sin que lo buscase siquiera, me han ofrecido un puesto de trabajo en la misma ciudad en la que vivo. La ventaja es que no necesitaría utilizar ningún medio de transporte porque podría ir a pie, la desventaja es el horario que es por las tardes a partir de que los críos salen del cole ya que se trata de una escuela de Inglés. Siempre he dicho que mi propósito después de acabar la carrera no era ser profesora de inglés, aunque tampoco descartaba esa posibilidad, simplemente anteponía el resto; y la verdad es que cuando me ofrecieron el puesto acepté ir a la entrevista por cortesía pero con la mente clara de que aquello no era lo que yo quería. Sin embargo, a medida que maduraba la noticia me daba cuenta de que no era tan mal partido. Si tenía suerte y en la editorial me ofrecían trabajar de externa haciendo trabajos esporádicos podría combinármelo perfectamente con el trabajo de maestra y además me daba la opción de estudiar francés en la escuela oficial de idiomas por las mañanas, si al final me decido a hacerlo. Así que fui a la entrevista con un poco de indecisión que no quise mostrar aunque fui muy sincera con ella. Creo que causé buena impresión y ella también lo hizo en mí. Ahora me toca esperar hasta final de mes, que será cuando me diga cuál ha sido su decisión ya que quería entrevistar a un par de personas más y ver otras opciones antes de decidirse. El punto a favor que tengo es que yo llegué allí con muy buenas referencias, cosa que agradezco que hicieran por mí altruistamente. Gracias.

Durante la entrevista de trabajo de la academia me preguntaron cuál había sido el motivo por el que había cursado esa carrera en concreto y mi respuesta fue clara y tajante: por el amor que siento por la lengua. Adoro leer por placer y lo mismo me pasa cuando se trata de escribir. Se me pasan las horas y los días que ni me entero. Mi mundo se transforma y gracias a la literatura me redescubro cada día como espectadora del mayor de todos los espectáculos: mi propia imaginación. También me preguntaron que cuál sería mi trabajo ideal y le dije que escritora. Creo que la sorprendí por muchas de las respuestas que le di, pero de alguna manera creo que le gustó lo que vio y tengo cierta confianza con la respuesta que recibiré a finales de mes. Tal vez sea mi propia nube de orgullo la que me hace raramente confiada, pero debo confesar que me siento así.

Tengo el currículum hecho. Tengo intención de buscar faena. Tengo una corazonada. Tengo la sensación de que ahora todo es distinto. Tengo que confiar en mí misma después de todo lo que he pasado. Tengo mucho por vivir aún sin olvidar todo lo que va quedando atrás. Tengo todo el verano por delante antes de empezar con nuevas andaduras y, sin embargo, tengo la extraña sensación de que el tiempo se me acaba...

jueves, 26 de junio de 2014

Fin

No es que haya acabado del todo, pero esto ya está casi. Fue ayer que hice la defensa de mi TFG y ya me parece que ha pasado una eternidad. Me ha quedado un descanso... El viernes (mañana) publicarán las notas finales del trabajo, antes del día 6 de julio tengo que entregar dos comentarios de texto y a partir del 7 publicarán las notas de las prácticas en empresa. ¡Y ya está! El TFG está aprobado, que me lo ha dicho mi tutor, y menos mal porque me he pegado una panzada de trabajar que no lo sabe nadie. La asignatura que me falta entregar los comentarios de texto está aprobada ya sin entregarlos pero no es plan. Además, si puedo sacar una buena nota y así subir la media del expediente mejor.Y en cuanto a las prácticas no padezco porque estoy segura que tendré una buena nota, pero ignoro hasta qué punto.

Ahora no puedo evitar pensar en el futuro. Tengo millones de proyectos, como de costumbre, aunque este año me he fijado un objetivo: encontrar trabajo. Si pudiese elegir me encantaría ponerme a trabajar en la editorial en la que estuve haciendo las prácticas. Sé que es complicado porque el mercado laboral está difícil y no tuve demasiado contacto directo con la jefa, que era la que me tenía que meter en el bolsillo, pero espero haber dejado una huella lo suficientemente positiva como para que me tengan en cuenta en el futuro. De hecho, esta empresa para mí es prioritaria y antes de empezar a dejar currículums por ahí tengo pensado pasarme por allí para hablar con la jefa y decirle claramente cuáles son mis intenciones. ¿Quién sabe? Tal vez le digo que me voy a poner a buscar trabajo pero que si ellos me ofrecen allí que me quedo y me dice que vale. Sé que de ilusiones no se vive, pero de esperanza sí y tampoco pierdo nada por intentarlo. Además, así también sabré claramente si tengo alguna posibilidad de que me contraten o no para empezar a labrarme un futuro allí o en otro sitio. En todo caso, si me dice que no le interesa (iré con el currículum en mano) no perderé el tiempo y me pondré a buscar a pie y por internet. También podría intentar hacer alguna clase particular aunque fuera para ganarme unos eurillos a la semana....

También quiero dedicarle un poco de tiempo a mis hijas: quiero darles clases de inglés, quiero enseñar mecanografía a Irene que ahora ya tiene su propio ordenador, quiero ir con ellas a la piscina, quiero ir con ellas al cine, quiero ir con mi familia al pueblo, quiero hacer tantas cosas que sé que al final no haré ni la mitad, sobretodo si tengo un poco de suerte y acabo encontrando trabajo. ¡No puedo pretender empezar en un sitio  nuevo y pedir vacaciones a las dos semanas!

Ojalá las cosas me salgan bien, pero si en todo el verano no encuentro nada creo que en septiembre me apuntaré a la EOI para aprender francés, que lo tengo tan oxidado que tendré que empezar desde el primer curso. Estuve en una feria de trabajo y este idioma estaba bastante demandado, así que si me quedo con las manos vacías siempre me quedará esta opción para intentar abrirme más puertas.

Y así están las cosas. El título de esta entrada es simplemente "fin" porque creo que poco me queda ya que añadir a lo que se refiere a mi aventura universitaria. Ha sido muy muy duro, pero la satisfacción que se siente al final no tiene precio. Espero encontrar lo que busco para sentirme totalmente recompensada por tanto esfuerzo...

viernes, 13 de junio de 2014

Hoy me siento "graduada"

Cuatro años han pasado ya... cuatro años, que se dice pronto. Cuando empecé la carrera Irene empezaba primero como yo y Sara y Aroha justo empezaban en P3. Era el primer año que iban todas juntas al mismo cole. Ahora ya están en cuarto y en primero respectivamente... Se me han hecho mayores casi paralelamente a mi realidad alternativa la de la universidad y ahora que echo la vista atrás no me lo acabo de creer.

Empecé con miedo, después me sentí segura y muy capaz, el siguiente estadio fue la desesperación para acabar con un estado de pasotismo que por suerte se acabó transformando en motivación. A lo largo de estos cuatro años me he reído mucho, he llorado también, he pasado muchas noches estudiando, preparando exposiciones orales, acabando trabajos... ¡He trabajado muchísimo! He tenido profesores que me motivaban mucho, que me exigían, que pasaban de mí, que alucinaban conmigo, que me enseñaron más allá de las aulas, que me decepcionaron... He tenido compañeros que me han necesitado, otros a los que yo también he necesitado, que me han hecho pasar ratos muy buenos, otros que no tan buenos, gente que se acercó a mí sorprendiéndome cuando tenía ideas preconcebidas erróneas de ellos, gente que me ha decepcionado, gente con la que he compartido momentos difíciles y de estrés, gente que entendía a la perfección esos momentos de exámenes y evaluaciones que sólo quién está sometido a ellos lo puede llegar a entender, gente fantástica, incluso gente que sólo hacía bulto y aparecía de repente en momentos puntuales (al menos en la perspectiva de mi vida), he reencontrado viejos amigos, he hecho nuevas amistades, he admirado a muchos de mis compañeros y también me he sentido admirada por muchos de ellos. 

La universidad es un mundo aparte. He aprendido mucho en estos cuatro años. Me siento más culta, pero a la vez más ignorante porque cuanto más estudio más me doy cuenta de lo pequeños que somos  y de cuánto nos falta para alcanzar el conocimiento. Me siento preparada para lo que me echen. Me siento mejor persona, más completa. No sé si ha sido por el hecho de haber cursado una carrera o simplemente por el hecho de haber vivido todo lo que he vivido. Ayer hicimos la ceremonia de entrega de orlas y hoy me siento "graduada". Aún no he terminado la carrera, pero no importa porque lo más gordo ya me lo quité de encima. Hoy me siento feliz. Siento que he superado una prueba muy dura y que además lo he hecho con éxito. Todo esto ha sido una cruzada muy importante para mí y cuánta suerte he tenido de no encontrarme sola ante el peligro...

Mi vida cambió radicalmente justo cuando iba a terminar el bachillerato, que por eso no lo terminé. Me quedé con la espinita de ir a la universidad aunque no lo tenía demasiado claro cuando tenía 18 años... Sin embargo, tampoco tuve la opción de elegir cuál iba a ser mi camino y simplemente seguí caminando. Sin rumbo. Pero el tiempo además de hacerte mayor también te hace más sabio y así fue cómo me di cuenta de que lo mío era estudiar. Tal vez Estudios Ingleses no sería la carrera que hubiese elegido si viviera en el mismo lugar que antes, pero teniendo en cuenta las titulaciones de la universidad de aquí consideré que esta era mi mejor opción. Ahora ya puedo enterrar ese episodio de mi pasado. Ya me saqué la espinita y la verdad es que me alegro de que todo esto se acabe porque estaba totalmente absorbida por ella y la verdad es que  también quiero estar con mi familia...

De cara al mundo laboral no sé qué me voy a encontrar. Espero como mínimo encontrar algo y a poder ser algo relacionado con mis estudios, aunque tal y como está el panorama con "algo" ya me conformo.

lunes, 9 de junio de 2014

Emergiendo

¡¡Estas dos últimas semanas han sido una auténtica locura!! Reconozco que hice un cálculo pésimo para distribuirme el tiempo de este segundo semestre: la idea era hacer las prácticas en el mínimo tiempo posible para así dedicarle más al TFG. ERROR. Acabé las prácticas cuando tenía pensado, a finales de abril, pero no pensé en que tenía que hacer la memoria y una serie de pasos más bien protocolarios que me dieron como resultado una semana (o diez días) prácticamente en blanco. Por otro lado, pensaba que el TFG se entregaba a finales de junio. ERROR otra vez. La fecha máxima es el 13 de junio (el viernes que viene, sin ir más lejos) y eso implicaba dos semanas menos de margen. ¿El resultado? Pues que en vez de tener dos meses largos para hacer el TFG me quedaba un mes escaso y lo tenía tan verde que pensé en tirar la toalla en varias ocasiones. Pero no lo hice.

He estado pencando como nunca. Bueno, como nunca no, que recuerdo que cuando acabé primero de bachillerato tuve que recuperar un montón de créditos que me habían quedado pendiente, me lo empollé todo en una semana y aprobé (otra ocasión en la que hice posible lo imposible). Pero en aquella ocasión tenía 16 o 17 años, ahora soy un poquito mayor... Pues con el TFG he arrastrado a mi tutor con mis prisas. Eso es lo que peor llevo, porque el pobre es uno de los pocos profesores que salvarías de la hoguera de todos los que te vas encontrando a lo largo de la carrera, tiene mucha faena y encima le vengo yo con las prisas de última hora. En fin, que para levantar cabeza tuve que recordarme a mi misma quién era, por qué estaba en la universidad y a quién se lo debía. Así fue como me puse las pilas a tope. Eso sí, durante estas dos últimas semanas se podría decir que prácticamente he estado viviendo en la biblioteca de la universidad: mis padres encargándose de las niñas (al menos de recogerlas en el cole para que yo me pudiera quedar una horita más adelantando faena), mi marido medio abandonado haciéndose cargo de todo lo que yo no hiciera, y mi cabeza tan llena de TFG que no daba cabida a nada más, ni siquiera a conversaciones en tiempo real. Sí, así de triste... Tenía la sensación de que mi capacidad mental se estaba reduciendo a cero por momentos y los dolores de cabeza eran constantes no ayudaban en el día a día (Ibuprofeno se llama mi mejor amigo). 

Sin embargo, hoy estoy emergiendo porque por fin "he acabado" el trabajo. Y lo pongo entre comillas porque oficialmente aún no está, estoy esperando el visto bueno del tutor, pero como mínimo lo más gordo ya me lo he quitado de encima. Me da pena haberlo hecho corriendo porque me gusta mucho la temática y me hubiese gustado disfrutar más de mi trabajo, indagar más, leer más y darle más riqueza al producto final; pero no ha podido ser así, las fechas mandan. La parte más positiva de todo esto es que me he podido poner en contacto con un amigo de la época del instituto que ahora vive en Japón y al que le he pedido ayuda (más bien "socorro", diría yo...) para poder hacer la parte más práctica del trabajo. Creo que el resultado final del TFG será un trabajo bonito, no de sobresaliente (aunque lo podría haber sido de no ser por las prisas) pero que valdrá la pena guardar.

martes, 15 de abril de 2014

En Semana Santa tampoco se descansa

"Estos días que tengo de fiesta aprovecharé para avanzar en el TFG", "Cuando empiece la Semana Santa me pondré a tope con la faena de la uni", etc. Siempre pienso lo mismo y, aunque tan solo estamos a martes, tengo la sensación de que se pasarán las vacaciones y de que no haré ni la mitad de lo que tenía en mente. Intento programármelas al más mínimo detalle, anotarme día tras día las tareas que me autoasigno para no perder el tiempo, cosa que odio, pero no sé qué pasa que nunca funciona. Bueno, miento, sí sé qué pasa. Pasa que en casa siempre veo cosas que hacer que no tienen nada que ver con la universidad y pasa que tengo tres hijas que también están de vacaciones; eso pasa.

No sé por qué me cuesta tanto adapatarme a las nuevas situaciones. Antes era más camaleónica, ahora cada vez es más lento. Me queda un mes y medio para hacer el TFG y lo tengo tan verde... Me estoy empezando a asustar. A finales de abril acabo las prácticas y eso me dará total dedicación para esta tarea. ¡Ah, sí! Las prácticas... Bueno, si tuviera que decir algo al respecto sería que me sabe mal que esto se acabe. Por una parte me alegro porque estoy preocupada por el Trabajo de Fin de Grado y es por eso anhelo que se terminen ya, pero por el otro estoy muy a gusto trabajando allí  y me da pena que se acabe. Veo, y ellos admiten, que les hace falta una persona en la editorial, pero parece ser que no pueden hacer frente a un gasto así, por eso es que de momento aprovechan a las dos personas que tienen de prácticas para sacar la faena adelante. Pero yo ya acabo y la otra chica (que aún se quedará un par de meses más) dice que cuando acabe el grado quiere hacer el máster y después el doctorado, que no quiere ponerse a trabajar aún. Los encargados de algunas secciones me han asegurado que si al final se decide contratar a alguien que sin duda me llamarán primero a mí porque ya me conocen y porque están contentos conmigo, pero que no depende de ellos y quién decide aún no se ha pronunciado. Así que a finales de mes se acabó lo que se daba.

Planes para estas vacaciones. Bien, primero querría arreglar una sección del trabajo que ya tenía hecha y comentada por mi tutor para dejarla acabada o prácticamente acabada y quería hacer el contexto histórico. Si logro hacer estas dos cosas me daré por satisfecha. También tengo un pequeño trabajo de la asignatura que estoy cursando este semestre y que debo colgar en el campus virtual antes del martes o del miércoles que viene. Espero que no me dé muchos quebraderos de cabeza... Si además de todo esto consigo adelantar algo más del TFG mejor que mejor. Sin embargo, no puedo evitar entretenerme con muchas otras cosas menos importantes como repasar mi novela por enésima vez (a medida que pasa el tiempo parece que la voy madurando más y más), hacer limpieza a fondo en mi casa (estancia por estancia... es duro), montar un huerto en unas jardineras que tengo en la terraza, hacer el cambio de ropa de los armarios, etc. ¡Sé que es mi perdición, pero no me puedo resistir!

miércoles, 5 de febrero de 2014

No vendo la piel del oso sin haberlo cazado antes

Pues aquí estamos: en casa, intentando inútilmente hacer algo de provecho por no poder despegar la nariz de la pantalla del ordenador. Supongo que esto es lo que pasa cuando has cumplido con todas las fechas límite para entregar trabajos, hacer presentaciones y estudiar para los exámenes y finalmente te das cuenta de que eres la única tonta que cumple con sus plazos. Bueno, yo y todos mis compañeros, que todos estamos igual... Yo no sé si es que los profesores se lo toman con mucha calma, si realmente no dan a basto o qué es lo que les pasa. Se supone que esta semana ya tendríamos que tener notas de todo porque la que viene es la de las recuperaciones y, claro está, ¿cómo vas a hacer una recuperación si ni siquiera sabes la nota del examen? o debatirse entre estudiar o no para la recuperación porque se acaba el plazo.

Aparte de la ansiedad que me genera esta incertidumbre también está lo que está por venir. Estoy un poco nerviosa porque me da la sensación de que este sprint final será mucho peor de lo que me pienso. El TFG (Trabajo de Final de Grado) y las prácticas en empresa se llevan la palma de mis preocupaciones, claro que también está la asignatura que tengo que hacer que, aunque no tiene examen, parece que me dará bastante faena. Por el TFG supongo que es obvio que padezca porque es un elemento de la carrera muy importante que tiene que reflejar de alguna manera el trabajo continuado de mis últimos cuatro años de dedicación. Sé que me gustará hacerlo pero me da un poco de miedo pensar en la cantidad de trabajo que ello requerirá. En cuanto a las prácticas supongo que me pongo nerviosa por la novedad y sobretodo porque siempre veo en estos contactos con empresas reales una oportunidad para obtener un contrato laboral, aunque nunca me ha pasado. Sé que tengo que dar lo mejor de mí, pero es que siempre lo hago. Me imagino que una vez empiece a moverme por allí, conocer el territorio y las personas me sentiré más cómoda. Será cuestión de disfrutarlo y aprender cuanto sea posible. Después de esto... pues aún no lo sé; todo depende de lo que pase en los próximos meses.

Y aquí estoy: intentando pasar la página del semestre pasado e incapaz de hacerlo porque algunos profesores no cumplen con esas fechas límite que ellos mismos se tendrían que marcar para cumplir con su parte del trabajo.

lunes, 6 de enero de 2014

Estoy cansada...

Sí, lo sé, sólo un poco más y ya estará, pero es que cada vez estoy más cansada. No sé si es la edad, si es el agotamiento acumulado, si es que ya estoy un poco harta o si simplemente es que ya no quiero continuar con esto. Duras palabras, lo sé. No es que esté pensando en abandonarlo todo, ni mucho menos, simplemente es que estoy cansada. ¡Y no hay más! Y pensar en la energía que tenía cuando empecé, que parecía que me iba a comer el mundo: un máster, el doctorado, viajar... Muchas cosas que ahora no sabría decir si las quiero hacer o no.

Tengo ganas de acabar el curso. Estoy harta de estudiar, de épocas de examen, de trabajos, presentaciones y todo esto. No quiero ser maestra y me lo meten hasta por las orejas. ¡A ver si va a ser que los filólogos no tienes más alternativas que la docencia! ¿Que qué voy a hacer el curso que viene? Pues no lo sé, la verdad. Soy como una veleta ahora mismo y según como sople el viento giraré hacia un lado u otro. Ya veremos cómo está el panorama en junio y julio...

Faltan unas semanas para acabar este primer cuatrimestre. Ya me lo programé durillo para poder ir más desahogada en la fase final de la carrera, me lo planteé como el último sprint antes de la recta final, pero con el agotamiento mental al que estoy sometida se me está haciendo muy cuesta arriba y además me da muchísima pereza ponerme a ello. De todas maneras, hay que estar al pie del cañón sí o sí y supongo que al final todo saldrá adelante. Haré todo lo posible para ello. Tampoco tengo alternativa si no quiero fallar a todos los que me están apoyando en este proyecto titánico, ¿no?

Espero que, como había planificado, el segundo cuatrimestre sea más llevadero. Sólo tendré pendientes las prácticas en empresa, el trabajo de final de grado y una asignatura que no tiene exámenes (me la vendieron muy bien, ya veremos cómo es en realidad). Unas semanas más y lo peor habrá pasado, pero éstas últimas siempre son las peores.