sábado, 29 de noviembre de 2014

Cuando me estaba empezando a resignar... ¡ZAS!

Los lunes se me hacen muy cuesta arriba. Sé que a todo el mundo se le hace cuesta arriba el primer día de trabajo después del descanso del fin de semana, pero creo que en mi caso es algo más. Ser profesora no me gusta. Lo hago por necesidad y por compromiso, pero si pudiera lo dejaba hoy mismo, sin embargo ahí estoy cada lunes, intentando buscar el lado positivo de la situación (¡que desde luego que lo hay!), pero incapaz de subir el ánimo hasta por lo menos el jueves que veo que ya se acaba la semana laboral y se acerca el fin de semana de nuevo. 

Sin embargo, el pasado lunes fue diferente: por primera vez desde que empezó el curso que me sentía bien. No puedo decir que animada de ir a clase, pero bien, no deprimida. Dentro de mí pensé que me estaba acostumbrando, que a pesar de que esta profesión no fuese mi vocación podía incorporarla a mi vida diaria y vivir con ella. Y he de confesar que me sentí feliz porque me guste o no esta es mi realidad y es lo que, mientras mi marido no cobre regularmente sus nóminas, nos da de comer y ayuda a pagar facturas. Por lo tanto, creí que era una señal muy positiva, extremadamente positiva, porque me queda prácticamente todo el curso por delante.

El mismo lunes cuando salí de trabajar y comprobé mi móvil, como suelo hacer ya que en clase lo tengo silenciado, me encontré una grata sorpresa: un correo electrónico de la editorial donde hice las prácticas. Me pedían que les llamara que tenían la traducción de un libro para mí. Llamé, pero a esas horas ya no quedaba nadie allí. Lo volví a hacer al día siguiente y me pasaron los textos vía e-mail. He estado martes y miércoles prácticamente enteramente volcada en hacer esta traducción porque era muy urgente y yo no quería dejar pasar la oportunidad. No me preocupé por preguntar por el pago o las condiciones; no me importaba. Estaba tan contenta que en ese momento pensé que todo eso era secundario. De alguna manera me hizo sentir que me ponían a prueba aunque sé racionalmente que no es así. El jueves envié mis textos y no recibí respuesta por lo que ayer (viernes) llamé. El señor editor me dijo que en cuanto recibió mis traducciones hizo parar a todo el mundo de lo que estaba haciendo para que se centrara en el libro este y lo maquetaran lo antes posible, que durante el día me haría llegar un PDF más o menos definitivo, que le echara un vistazo buscando faltas de ortografía (solo en mis textos) y que si encontraba algo que se lo dijera. Sobretodo que lo hiciera lo antes posible. El mensaje con el libro me llegó a las 12, hora en la que tengo que ir a buscar a mis hijas al cole, después me lié con la comida y todo eso y hasta las 3 de la tarde no me pude poner a trabajar. Pude traducir un pequeño texto que no me había enviado antes que tenía que salir en la contraportada del libro, pero fui incapaz de abrir el PDF. Tuve que hacer unas maniobras extrañas que finalmente me permitieron abrir el documento usando Dropbox pero cuando esto sucedió ya era la hora de ir a buscar a las niñas otra vez. A la vuelta imprimí los textos porque, no sé por qué, veo más claro el texto si está en papel y cuando terminé era prácticamente la hora de irme a trabajar. Sólo pude corregir el primero. Cuando salí del trabajo un nuevo e-mail del señor editor pidiéndome que le llamara urgentemente. Le llamé, pero des del momento en que me había hecho el envío hasta que yo lo leí habían pasado tres cuartos de hora y ya no estaba. El fin de semana la editorial está cerrada, así que decidí desestresarme porque si había perdido algo ya no había remedio. Ahora tengo todo el fin de semana para revisarme esos textos y tal vez me mire las versiones en los otros idiomas, aunque me haya dicho que no, para que vea que aprovecho el tiempo y si puedo le saco las castañas del fuego a otro. ¿No dice que es una publicación urgente? Porque a grosso modo he visto alguna cosilla que se tendría que rectificar...

Soy una mujer trabajadora y mucho más si estoy motivada. Quiero aprovechar esta oportunidad. Una compañera de la editorial está embarazada, espera una niña para marzo. La campaña del día del libro empieza en febrero para que en abril esté todo listo. Son fechas muy importantes para la editorial y justamente ella no estará. Necesitan contratar a alguien ya porque de momento ella se encuentra bien, pero tendrá que enseñar todo lo que hace a quien ocupe su lugar y te aseguro que quien quiera que sea no lo aprenderá en un día ni en dos. Ni siquiera yo que ya he trabajado codo con codo con ella sería capaz. Las compañeras de la editorial están insistiendo en que la jefaza me contrate para esta substitución. Ya veremos. De momento quiero superar esta "prueba" con éxito.

A pesar de este último contratiempo estoy muy contenta, muy emocionada, porque la verdad es que estaba empezando a pensar en tirar la toalla con esta gente de la editorial, a resignarme con mi faena de profesora durante mucho tiempo. Porque la verdad es que mi jefa es una persona increíble y lo que más me gusta de ella es su sinceridad. Sé que no me va a echar a la calle, que a su lado tengo trabajo mientras yo quiera seguir a su lado y el negocio tire adelante pero de verdad espero no acabar definitivamente allí. Ya no es solo por el tema de si me gusta o no sino porque con un sueldo de media jornada mi marido no tiene alternativa y tiene que aguantar todo lo que le echen en su trabajo sin apenas abrir la boca ni levantar la cabeza. Al fin y al cabo, su sueldo (cuando lo cobra) es el pilar principal de nuestra economía familiar, el mío es sólo una inyección paliativa para ir tirando que tampoco da para mucho.