jueves, 24 de noviembre de 2011

¿Hoy? ¡Frustrada!

No ha sido fácil llegar hasta aquí. Ha habido mucha gente que nunca me lo dijo pero que estoy segura de que cuando me ven piensan que tengo el Síndrome de Peter Pan o algo por el estilo. Soy consciente de que en un momento dado decidí hacer lo que quería hacer y no lo que debería estar haciendo. Llevo una carga invisible sobre mis hombros que nadie ve pero que es muy pesada. Sin embargo aquí estoy y tiro adelante con todo. Lo haré mejor o peor, pero creo que tengo la suficiente determinación como para saber ver mi situación real. Para no ver fantasmas que dibujen niebla en mi camino. No. No soy una niña. Mis años de universidad ya pasaron, lo sé, pero las circunstancias de la vida me los arrebataron y no ha sido hasta ahora que he podido retomarlos. Por ese motivo ¿es tarde para mí? No lo creo. Soy madre, soy esposa, soy mujer,... y también estudiante. ¡Con todo lo que ello conlleva!

He suspendido un examen. Estoy profundamente frustrada. Salí contenta aquel día. Estaba convencida de que pronto podría aparcar en una carpeta todo ese temario que tanto me costó estudiar. Pero no va a ser así. ¡Estaba tan convencida de que todo iba a ir bien! Casi lo daba por hecho... Ha sido un duro golpe entre las orejas que aún me tiene aturdida. "Sólo es un examen", sí, lo sé, pero esa carga invisible que llevo a cuestas me oprime en cuanto flaqueo. No hay nadie que se pueda hacer una pequeña idea del sacrificio que estamos haciendo (y me refiero a los diferentes niveles a los que me puedo referir y sobretodo a todos los que me apoyan y me ayudan, incluyendo a mi marido y a mis hijas principalmente pero también a otros familiares y amigos) para que yo me saque la carrera. Quiero dar lo mejor de mí. No quiero defraudarles ni tampoco dar la razón a todos aquellos que no dan un duro por mí. Cada día me lo recuerdo y mi marido también. ¿Presión? No. Simplemente me recuerda que no estoy sola en esto y que cuando el año pasado celebraba mis éxitos, todos lo celebrábamos y, por lo tanto, si hay que llorar un fracaso lo vamos a llorar todos. Y yo no quiero llorar, pero sobretodo no quiero que lloren ellos y mucho menos por mí.

Suspender ha sido duro, pero debo reponerme. Aunque no he ido a la universidad a hacer amigos la vida me los ha ido poniendo en el camino y es muy grato darte cuenta de que están ahí. Ves a las personas que, tal vez se mantienen al margen el día a día, pero que cuando hace falta se acercan sin miedo y saben qué es lo que tienen que decir para reconfortarte. ¡Gracias! Lo digo de corazón. No me siento como una veinteañera cuando estoy con ellos, pero la verdad es que por suerte o por desgracia no tengo este tipo de prejuicios y me basta con sentirme a gusto. A veces pienso que esa carga invisible no lo es tanto cuando existen personas que saben realmente lo que deben decirme para reconfortarme. Sé que tal vez soy egoísta compadeciéndome de mí misma, pero el hecho de hacerlo no me incluye solo a mí sino que también a todo ese colectivo que está detrás mío dándome apoyo y ánimos para continuar adelante.

Espero que la próxima entrada sea más positiva. El lunes que viene es la revisión del examen. Iré. Nunca se sabe...

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