viernes, 14 de enero de 2011

Como una bendición

La verdad es que a pesar de tener tres hijas pequeñas me doy cuenta de que me dejan el margen necesario para poder emprender esta aventura universitaria, con más o menos éxito aunque desde luego que esto último no depende de ellas porque con el carácter y la manera de ser que tienen me es posible no estar completamente encima de ellas y seguir con mis cosas. Podría decirse que se crían solas. Son tan buenas que con lo básico tiran adelante. Son cariñosas, lo entienden todo y además toman ejemplo de verme a mí con los libros para coger el hábito (algo bueno tenían que sacar ellas de todo esto). Me siento muy orgullosa de las tres, pero sobretodo de la mayor que intenta superarse a diario a causa de mi exigencia (creo que a veces exagerada) para que esté contenta con ella. A pesar de lo pésima madre que me siento a veces me quieren y hacen todo lo posible por cubrir todo lo que les pido para mejorar día a día ante mis ojos.

Cuando tuve que elegir entre la universidad y un trabajo fue algo extremadamente difícil porque me sentía como si tuviera que elegir entre mi familia y yo misma. Dejándome llevar por los consejos de los más cercanos opté por mí misma. A veces me siento egoísta porque me antepuse a mi familia, con lo importante que es para mí, pero en el fondo creo que hice lo correcto; que es una inversión a largo plazo que aparenta lo que no es. Aposté por mí por el bien de ellos. Pasados unos meses lo veo desde otro punto de vista y espero no fallarles.

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